Como estadounidense de primera generación de ascendencia mexicana, me encuentro reflexionando sobre la importancia histórica del Programa Bracero, iniciado por los demócratas en la década de 1940. Este programa, diseñado para abordar la escasez de mano de obra durante la Segunda Guerra Mundial, abrió la puerta para que innumerables trabajadores mexicanos contribuyeran a la economía estadounidense. Fue un momento de reconocimiento y oportunidad, que permitió a muchos perseguir el sueño americano. Sin embargo, mientras observo cómo se desarrolla el panorama político actual, no puedo evitar sentir una creciente sensación de desilusión y abandono.
El Programa Bracero fue una iniciativa histórica que subrayó el papel vital que han desempeñado los inmigrantes en la configuración de nuestra nación. Fue un reconocimiento de las contribuciones de los trabajadores mexicanos durante un momento crítico en la historia estadounidense. Sin embargo, a medida que nos acercamos a las elecciones de 2024, me sorprende el silencio que rodea a los estadounidenses de primera generación en el discurso actual, a pesar de nuestra importancia histórica y de los más de 36 millones de mexicanos estadounidenses que se estima que viven en Estados Unidos.
Hoy, ambos partidos políticos parecen pasar por alto los desafíos y las perspectivas singulares de los mexicanos estadounidenses. Somos una comunidad que ha sorteado las complejidades de la identidad, la herencia cultural y la disparidad económica. Sin embargo, cuando veo los eventos y debates de campaña, a menudo nuestros problemas permanecen sin abordar y eclipsados por narrativas más amplias. ¿Por qué?
En una época de creciente diversidad y llamados a la inclusión, ¿estamos presenciando cómo se ignora a los hispanos, las mismas personas que encarnan los valores del trabajo duro, la resiliencia y la determinación? Los mexicanos estadounidenses aportan una perspectiva única, que fusiona los sueños de nuestros padres con las aspiraciones de nuestros hijos. Entendemos las luchas de la inmigración legal, la importancia de la educación y la búsqueda de la estabilidad económica, pero a menudo nos encontramos marginados en conversaciones políticas que deberían importarnos más. ¿Cuándo se nos dará una oportunidad?
La ausencia de diálogo en torno a nuestras experiencias no es solo un descuido político; es un perjuicio para una comunidad que ha contribuido de manera constante a la estructura de esta nación. Es un perjuicio para una comunidad que ha contribuido de manera constante e histórica a la estructura del Partido Demócrata. Los partidos políticos tienen el potencial de aprovechar nuestras historias, nuestras luchas y nuestros sueños para crear una narrativa más integral. Al interactuar con los hispanoamericanos de primera generación, podrían diseñar políticas que resuenen profundamente y fomenten una oportunidad para todos.
Somos hijos de inmigrantes que han luchado incansablemente por un futuro mejor. Tenemos historias de resiliencia, innovación y éxito que merecen ser escuchadas. Sin embargo, cuando miro a mi alrededor, me pregunto si se están entendiendo nuestras contribuciones. Esto no tiene nada que ver con la incitación racial; se trata de comprender el poder político sin explotar que podría generar un cambio importante en el ámbito político.
Sí, aunque las elecciones de 2024 ya están en marcha, insto a ambos partidos a que reconsideren su enfoque. No somos solo votantes; somos parte de la historia estadounidense. Nuestras familias abandonaron México a cambio del sueño americano. Nos asimilamos a las normas de la vida estadounidense, pero al mismo tiempo preservamos nuestra herencia. Nuestra historia, marcada por la esperanza y la perseverancia, merece ser reconocida y celebrada. Ningún partido debe perder de vista las diversas voces que enriquecen nuestra comunidad.
Al reconocer nuestra historia con el Programa Bracero, no olvidemos el presente. Los mexicano-estadounidenses estamos aquí, estamos observando y esperando nuestro momento para ser escuchados. Las próximas elecciones no se tratan solo de políticas, plataformas y atención de celebridades; se trata de la gente, sus historias y sus luchas. Pero es hora de que nuestras voces sean parte de la conversación, para asegurar que la promesa de Estados Unidos siga viva para las generaciones futuras.
Me sorprendió que ningún partido eligiera a un candidato con herencia mexicana, pero la vida continúa: ganamos algunas veces y perdemos otras. Pero el camino a seguir radica en la colaboración, la comprensión y la aceptación de quiénes somos. Esperemos que el futuro elija abrazar la riqueza de nuestra comunidad y reconocer que, al hacerlo, fortalecen los cimientos mismos de este país.
Rodríguez es un consultor que vive en el centro de San Diego.
Original Story
Opinion: How long must Mexican Americans wait to be heard?