Durante demasiado tiempo, hemos pasado por alto una verdad incómoda sobre el sistema de educación pública K-12 del condado de San Diego: nuestras escuelas con más recursos están prosperando, a pesar del apoyo gubernamental insuficiente, gracias a la generosidad de sus comunidades. En ciertas áreas, como la costa norte del condado, se les pide a las familias que contribuyan, en promedio, con más de $750 por estudiante al año, lo que permite financiar todo, desde especialistas en enseñanza de ciencia, tecnología, ingeniería, artes y matemáticas hasta servicios de salud mental y actividades extracurriculares. Mientras tanto, al otro lado de la ciudad, en el sureste de San Diego, las escuelas están sobreviviendo, muchas sin acceso a la recaudación de fondos de la comunidad.
Las escuelas públicas deben ser financiadas de manera equitativa, asegurando que todos los niños tengan la misma oportunidad de tener éxito. Sin embargo, la realidad es que la educación de un niño puede variar drásticamente según el barrio. La diferencia entre las escuelas con recursos suficientes y las desfavorecidas se reduce a un factor principal: las donaciones privadas.
Las escuelas en los barrios más ricos tienen acceso a fundaciones y asociaciones de padres y maestros que recaudan fondos sustanciales para complementar la financiación del gobierno. Este apoyo financiero proporciona eventos vibrantes y programas de arte y ciencia prósperos, que ofrecen a los estudiantes un enriquecimiento valioso.
Las escuelas en áreas históricamente desatendidas enfrentan barreras sistémicas: financiación insuficiente e infraestructura limitada para la recaudación de fondos, lo que dificulta brindar estas oportunidades, a pesar del fuerte compromiso y la participación de las familias en la educación de sus hijos. Aun así, las familias en estas comunidades aparecen constantemente, aprovechando creativamente los recursos que tienen y abogando por sus escuelas. Es un testimonio de su resiliencia y dedicación y, como comunidad, debemos apoyar sus esfuerzos y seguir trabajando juntos por la equidad educativa.
Sin los mismos recursos comunitarios, estas escuelas dependen casi por completo de la financiación del gobierno, que a menudo no satisface las necesidades de sus estudiantes. Estas escuelas trabajan incansablemente, pero la falta de inversión financiera equitativa da como resultado menos recursos para sus estudiantes. Los estudiantes pierden oportunidades de enriquecimiento y enfrentan desafíos fundamentales como el acceso limitado a recursos de salud mental, una biblioteca funcional, servicios de idioma inglés y, a veces, incluso útiles escolares esenciales.
Al permitir que persista esta inequidad, toleramos que sea aceptable que un niño reciba una educación bien financiada mientras que otro lucha por su código postal. En una escuela primaria en el sureste de San Diego, donde el 97% de los estudiantes provienen de familias socioeconómicamente desfavorecidas, el 23% de los estudiantes cumple con los estándares de nivel de grado en lectura. En contraste, esa cifra supera el 80% en una escuela costera del norte del condado. Esta brecha es inaceptable, una consecuencia de la desigualdad financiera sistémica.
Hay una solución práctica y urgente sobre la mesa: el Fondo de Escuelas Equitativas del Proyecto de Ciudades Hermanas, lanzado el 2 de noviembre en asociación con la Iniciativa de Escuelas Comunitarias del Distrito Escolar Unificado de San Diego. Este fondo invierte directamente en escuelas en comunidades desatendidas, brindándoles recursos esenciales de los que actualmente carecen. Estas inversiones ayudarán a nivelar el campo de juego para los estudiantes de San Diego.
Hemos sido testigos del impacto positivo del apoyo comunitario en áreas adineradas. Ahora es el momento de abordar las desigualdades que existen dentro de nuestro condado. El Fondo de Escuelas Equitativas es una solución de sentido común que permite a todos los habitantes de San Diego marcar una diferencia en la vida de los estudiantes. Esta iniciativa tiene como objetivo fomentar la equidad y garantizar que todos los niños tengan acceso a una educación de calidad, independientemente del código postal. Al apoyar el Fondo de Escuelas Equitativas, podemos trabajar colectivamente para cerrar la brecha de recursos y defender políticas equitativas que beneficien a todos los estudiantes de San Diego.
Imagínese un San Diego donde todos los niños, independientemente del vecindario, puedan ingresar a un aula equipada con los recursos necesarios para el éxito, además del apoyo necesario para brindar asesoramiento integral y actividades extracurriculares. Esta visión es alcanzable. Requiere que repensemos cómo abordamos las donaciones privadas y usemos ese apoyo colectivo para fomentar la equidad en nuestras escuelas.
Este año, cuando la escuela de mi vecindario solicite una donación, donaré y también daré al Fondo de Escuelas Equitativas. Es hora de que demos un paso adelante y demostremos que, como habitantes de San Diego, nos aseguramos de que todos los niños tengan acceso a una educación de calidad.
Únase a nosotros para apoyar este fondo hoy y trabajemos por un futuro en el que todos los niños puedan prosperar.
McGarry es un defensor de la equidad educativa y vive en Solana Beach.
Original Story
Opinion: Donations fuel inequity in K-12 public schools. Here’s a better way.