La trágica historia de Erik y Lyle Menéndez, condenados en 1996 por asesinar a sus padres en 1989 y que cumplieron condenas de cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional en la prisión estatal de Donovan, sigue cautivando el interés público y provoca una profunda reflexión sobre las complejidades del trauma. Nosotros, como miembros de la junta y del personal de MenHealing, reconocemos que los debates actuales en los medios de comunicación ofrecen una importante oportunidad para reflexionar sobre el profundo impacto del trauma en los niños y los hombres que han sufrido violencia sexual.
En el centro de la historia de los hermanos Menéndez hay una desgarradora narrativa de presunto abuso, que estos hombres afirman que los llevó a matar a sus padres. Sus experiencias sacan a la luz una verdad fundamental: la victimización sexual de niños y hombres a menudo se pasa por alto, se trivializa o se desestima. Hasta el día de hoy, mantenemos una ceguera social ante la realidad de que los niños y los hombres también son víctimas de violencia sexual. Cuando Erik y Lyle hablaron sobre sus denuncias de sufrimiento, muchos respondieron con escepticismo en lugar de compasión, lo que refleja una tendencia en este país a no creer que los niños y los hombres puedan verse afectados por la violencia sexual. Esta dinámica exacerba los sentimientos de aislamiento entre los niños y los hombres que son sobrevivientes y perpetúa estereotipos dañinos sobre la masculinidad. Las estadísticas muestran que los hombres pueden esperar más de 20 años antes de revelar su agresión sexual.
Los miembros del equipo de MenHealing tienen experiencia trabajando con sobrevivientes masculinos y traumas sexuales que abarca 50 años. Durante ese tiempo, hemos observado las consecuencias devastadoras para los niños y los hombres que están condicionados a creer que reconocer la vulnerabilidad y el dolor equivale a debilidad. Hemos sido testigos de las repercusiones cuando los hombres cargan con la carga traumática de la violencia sexual en secreto. Este estigma puede resultar en importantes desafíos psicológicos y conductuales, incluida la depresión, la ansiedad y un mayor riesgo de abuso de sustancias, así como violencia reactiva. Nos entristece la frecuente situación en la que la renuencia a buscar ayuda tiene sus raíces en una narrativa cultural sobre la masculinidad que valora el estoicismo y desalienta la expresión emocional. Nos alarma la frecuencia con la que una pregunta intencionada sobre “¿Qué te pasó?” es silenciada o anulada por una intervención legal.
Nuestra experiencia ilumina la importancia de crear entornos de apoyo para la sanación que amplíen el alcance para servir a los hombres adultos que son sobrevivientes de la violencia sexual. Así como hemos aumentado nuestra comprensión sobre las complejas repercusiones de la violencia física y sexual contra las niñas y las mujeres, debemos hacer cambios personales y sociales para incorporar un reconocimiento similar de que muchos niños y hombres necesitan recursos para sanar de la violencia sexual.
A medida que asimilamos la historia de los hermanos Menéndez, es un recordatorio útil de que cada uno de nosotros probablemente conoce a un niño u hombre en nuestra vida que se ve afectado por la realidad revelada o secreta de la violencia sexual. Las investigaciones revelan que al menos 1 de cada 6 hombres, casi 28 millones en los Estados Unidos, experimentan violencia sexual en algún momento de su vida (estrechamente en línea con la estadística de que 1 de cada 4 mujeres experimentan violencia sexual).
Considere lo que puede hacer para ayudar a que nuestra sociedad supere los puntos ciegos culturales que pasan por alto las necesidades de los hombres que son sobrevivientes de la violencia sexual. Este cambio cultural en las creencias es vital para que los niños y los hombres no se culpen por lo que sucedió y les permitirá dejar de lado los secretos que han guardado por vergüenza y miedo a que no les crean.
Cuando los hombres tienen la capacidad de expresar sus emociones y buscar ayuda, no solo comienzan a sanar, sino que también contribuyen a un cambio cultural más amplio que beneficia a todos. Imagine a todos los hombres que podrían convertirse en padres, esposos, hijos, hermanos, amigos y líderes comunitarios más auténticos y compasivos si pudieran vivir en un mundo en el que puedan ir más allá de sus secretos traumáticos y encontrar recursos que los ayuden.
Warner Ph.D., es miembro de la junta directiva de MenHealing y vive en Los Ángeles. Struve es director ejecutivo de MenHealing y vive en Bellingham, Washington. Munson es miembro de la junta directiva de MenHealing y vive en Milwaukee. MenHealing no tiene ningún interés directo en los juicios y apelaciones de Menéndez.
Original Story
Opinion: The Menendez case is a call for awareness of and action against abuse