Fred Rogers dijo célebremente: “Busca a los ayudantes. Siempre encontrarás personas que están apoyando.” Sus palabras siguen siendo atemporales, ofreciendo consuelo y claridad durante momentos de incertidumbre.
En mi trabajo, he visto la verdad de este consejo todos los días. A lo largo de oficinas gubernamentales, organizaciones sin fines de lucro, sedes de campañas y esfuerzos comunitarios, hay un ejército de ayudantes entre nosotros: personas que, ya sean profesionales remunerados o voluntarios, trabajan para hacer la vida un poco mejor para los demás. Estos no siempre son gestos grandiosos que hacen titulares, sino a menudo acciones calladas e incrementales que se propagan a través del tiempo, creando un cambio positivo para las generaciones venideras. En estos tiempos inciertos, cuando parece que los desafíos se acumulan, su impacto ofrece un faro constante de esperanza.
En mis años de compromiso con el gobierno y organizaciones sin fines de lucro, he sido testigo de los esfuerzos incansables de los servidores públicos y profesionales de organizaciones no lucrativas. Estas son las personas que se despiertan todas las mañanas, no por fama o fortuna, sino porque creen en el poder de su trabajo para hacer el bien. Pienso en el planificador urbano que se queda hasta tarde para asegurarse de que un nuevo proyecto de vivienda asequible comience. En el trabajador de una organización sin fines de lucro que pasa los fines de semana organizando un evento de distribución de alimentos. En el trabajador social que guía a una familia hacia la estabilidad.
Estos profesionales trabajan largas horas, a menudo tras bambalinas, en proyectos que pueden no recibir atención, pero que son vitales para el tejido de nuestra sociedad. Su trabajo no siempre se siente espectacular o revolucionario, pero importa. Una pequeña decisión política puede cambiar la trayectoria de la vida de una familia. Una colocación de vivienda puede significar seguridad y estabilidad para generaciones futuras. Su dedicación nos recuerda que el servicio público trata sobre las personas, no sobre la política o el poder. Los efectos en cadena de su trabajo, sean visibles o no, son profundos.
Las campañas a menudo se caricaturizan como partidistas, pero tras bambalinas están llenas de ayudantes: voluntarios tocando puertas, haciendo llamadas y escribiendo postales, todos creyendo que sus pequeños esfuerzos pueden sembrar semillas de cambio. Estos ayudantes saben que cada conversación tiene el poder de moldear un voto, una política o incluso una vida.
Pienso en una maestra retirada caminando por los distritos en el calor abrasante para abogar por los fondos para la educación. No fue remunerada por su trabajo, pero su convicción la impulsó. “Cada conversación importa,” me dijo. Y tenía razón. Su creencia en el poder de las pequeñas acciones la convirtió en una ayudante en el sentido más puro, alguien cuyos esfuerzos probablemente han impactado a niños que nunca conocerá.
Los ayudantes abundan en nuestras comunidades: organizando campañas de alimentos, orientando a los jóvenes, apoyando a los solicitantes de asilo o reuniendo recursos para veteranos y familias necesitadas. Aquí en San Diego, me siento inspirado todos los días por estos héroes no reconocidos, que a menudo equilibran sus propios desafíos mientras aún encuentran tiempo para echar una mano.
En mi trabajo con AfghanEvac, una organización sin fines de lucro dedicada a reubicar a los aliados afganos, he visto ejemplos increíbles de ayudantes que se han presentado. Veteranos, líderes religiosos y ciudadanos comunes de toda la experiencia estadounidense se han unido para asegurarse de que las personas que una vez estuvieron con nosotros en zonas de conflicto no sean olvidadas. Han abierto sus hogares, presionado a los tomadores de decisiones y brindado apoyo crítico, todo sin esperar reconocimiento ni pago.
Ya sea que estos ayudantes sean empleados de organizaciones sin fines de lucro apoyados por subvenciones y fondos privados, o voluntarios no remunerados impulsados por pasión, sus acciones cambian vidas. Y tan importante como eso, su trabajo envía un mensaje: No importa cuán abrumadores parezcan los desafíos, siempre hay personas listas para ayudar.
La belleza de ayudar es que crea ondas — ondas que pueden abarcar generaciones. Un niño orientado se convierte en un mentor. Un inquilino en vivienda estable se convierte en un líder comunitario. Un aliado de guerra que encuentra seguridad contribuye no solo a su nuevo hogar, sino también a las vidas de futuras generaciones. Estos actos, grandes o pequeños, nos recuerdan que la bondad es contagiosa.
Buscar a los ayudantes no significa que simplemente debemos observarlos. Es una invitación a unirnos a ellos. Cada uno de nosotros tiene la capacidad de mejorar las cosas, ya sea como voluntarios, escribiendo a funcionarios, ofreciendo una palabra amable o simplemente escuchando cuando alguien necesita ser oído. Las pequeñas acciones a menudo conducen a grandes cambios.
En un mundo que a menudo se siente dividido, ayudar es una forma poderosa de conectar. Trasciende la política, la geografía y la identidad. Es la máxima expresión de la humanidad: una persona extendiendo la mano a otra y diciendo: “Me importa.”
Estoy infinitamente agradecido por los ayudantes que he encontrado en mi vida. Sus acciones me recuerdan que, incluso cuando los desafíos que enfrentamos parecen insuperables, siempre hay esperanza. Y ya sea que reciban compensación o que estén voluntariando su tiempo, estos ayudantes demuestran que cada acto de bondad importa.
Cada uno de nosotros puede ser un ayudante, creando ondas de bondad y dejando el mundo un poco mejor de lo que lo encontramos. En el espíritu de Mister Rogers, busquemos a los ayudantes y resolvamos ser uno también. Juntos, podemos construir una comunidad donde la bondad, la esperanza y la generosidad prosperen. Si suficientes de nosotros tomamos acción, esas ondas crecerán hasta convertirse en olas de cambio, cubriendo incluso los desafíos más desalentadores.
Pongámonos a trabajar.
VanDiver es el presidente de AfghanEvac, veterano de la Marina y líder cívico de larga trayectoria en San Diego. Vive en Clairemont.
Original Story
Opinion: Give thanks for helpers behind the scenes. They deserve the credit.